miércoles, 25 de febrero de 2015

Comunicado de La Conferencia Episcopal de Guatemala

La Conferencia Episcopal de Guatemala, consciente de su responsabilidad en la promoción del bien común que garantiza la paz y armonía de la ciudadanía guatemalteca, y con el compromiso de acompañar al pueblo de Guatemala, especialmente a los más excluidos y empobrecidos, ante los bloqueos de carreteras y caminos vecinales realizados por organizaciones populares expresa su posición:

1.   En los últimos años, la práctica de bloquear vías de comunicación se ha convertido en una práctica normal cuando delante de situaciones  que afectan la vida de las comunidades en diferentes áreas, sus demandas o exigencias no son atendidas. Tales bloqueos también son  con frecuencia resultado de proyectos ideológicos que pretenden crear  desestabilización social y política  y alterar el normal desarrollo de la actividad económica del país.

2.   Reconocemos el derecho que las comunidades tienen de ser atendidas por parte del Estado Guatemalteco cuando dichas demandas son justas. Definir la justicia de dichas demandas está en una relación directa con la aplicación de los valores éticos, tales como la dignidad de las personas, el acceso a los bienes necesarios para la vida digna y el bien común de la sociedad.


3.   La defensa y promoción de los valores éticos no se logra recurriendo  a medidas de hecho, como son los bloqueos. Con frecuencia estas son acciones fundadas en consignas ideológicas que no están orientadas a la construcción del bien común, dichas medidas socavan la legitimidad del derecho de manifestación pública que se debe realizar  dentro del respeto a la ley y el derecho de los ciudadanos a la libre circulación.

4.    Los bloqueos tienen serias consecuencias sobre la libre locomoción, el comercio y una serie de actividades legítimas de millares de guatemaltecos, que ven afectados también sus propios derechos.  No es con la lesión  del derecho de la libre locomoción como se defiende el derecho a ser escuchados por las autoridades respectivas.


5.    Consideramos que la no atención a las demandas de la población generará más tensión y conflictividad. Por lo que hacemos un llamado a las organizaciones populares a dejar de lado esta práctica y al Estado de Guatemala y en particular,  a quienes dentro del mismo tienen la capacidad para atender las mismas, a ofrecer soluciones que hagan bajar dicha conflictividad y hagan encontrar los caminos de solución de los problemas planteados por diversos sectores de la sociedad.



+ Rodolfo Valenzuela Núñez
Obispo de la Diócesis de La Verapaz
Presidente de la Conferencia Episcopal de Guatemala


viernes, 20 de febrero de 2015

Un saludo de felicitación hasta San Pedro Sula, Honduras

         Nos llega esta grata noticia que compartimos, por la Ordenación Diaconal de dos ex alumnos del Seminario Mayor Nuestra Señora del Camino de Sololá: Milthon Cruz y Mario Avalo.
         De parte de nuestro Obispo y de toda  la Diócesis enviamos un fraternal saludo de felicitación a cada uno de ellos, deseándoles un fecundo ministerio diaconal.


Tomado de CECODI (Centro de Comunicaciones de la Diócesis de San Pedro Sula) Imagen y artículo: Johanna Kattán


         
Próximos diáconos en San Pedro Sula
Cinco jóvenes hondureños serán ordenados diáconos en la Diócesis de San Pedro Sula. “Les invito a la oración por los nuevos diáconos, y a la participación en la ordenación para quienes les resulte posible, como una expresión del compromiso por testimoniar que el Señor está en medio de nosotros como el que sirve”, expresa el obispo Ángel Garachana.
Por imposición de manos de monseñor Garachana, serán ordenados diáconos, los jóvenes: José Héctor Núñez Ramírez, Milthon Román Cruz Mejía, Gustavo Adolfo Fuentes Gómez, José Abraham Monjarás Guzmán Y Mario Humberto Avalo Reyes

ORDENACIÓN DIACONAL:
Fecha: sábado 21 de febrero
Hora: 10:00 am
Lugar: Catedral San Pedro Apóstol


Consagración de Virgen

El día de hoy. 20 de febrero, se celebró en la capilla del Centro Pastoral San José una solemne Eucaristía, en la que Evelyn Marisol Juárez Suquén se consagró al Señor, según el Orden de Vírgenes Consagradas, recibiendo su consagración Monseñor Gonzalo de Villa s,j., Obispo de nuestra Diócesis.  

La hermana Evelyn Marisol, originaria de la Parroquia San Miguel Arcángel, Pochuta, presentó libremente al Señor su resolución de consagrarse virgen al Señor para bien de la Iglesia, según este Rito antiguo y especial de la Iglesia.


Los familiares cercanos y algunos sacerdotes estuvieron presentes también en esta liturgia de Consagración.

Le deseamos a la hermana Evelyn abundantes bendiciones en su vida consagrada. 




miércoles, 18 de febrero de 2015

CUARESMA 2015


MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
PARA LA CUARESMA 2015

«Fortalezcan sus corazones» (St 5,8)

Queridos hermanos y hermanas:
La Cuaresma es un tiempo de renovación para la Iglesia, para las comunidades y para cada creyente. Pero sobre todo es un «tiempo de gracia» (2 Co 6,2). Dios no nos pide nada que no nos haya dado antes: «Nosotros amemos a Dios porque él nos amó primero» (1 Jn 4,19). Él no es indiferente a nosotros. Está interesado en cada uno de nosotros, nos conoce por nuestro nombre, nos cuida y nos busca cuando lo dejamos.
         Cada uno de nosotros le interesa; su amor le impide ser indiferente a lo que nos sucede. Pero ocurre que cuando estamos bien y nos sentimos a gusto, nos olvidamos de los demás (algo que Dios Padre no hace jamás), no nos interesan sus problemas, ni sus sufrimientos, ni las injusticias que padecen… Entonces nuestro corazón cae en la indiferencia: yo estoy relativamente bien y a gusto, y me olvido de quienes no están bien. Esta actitud egoísta, de indiferencia, ha alcanzado hoy una dimensión mundial, hasta tal punto que podemos hablar de una globalización de la indiferencia. Se trata de un malestar que tenemos que afrontar como cristianos.
         Cuando el pueblo de Dios se convierte a su amor, encuentra las respuestas a las preguntas que la historia le plantea continuamente. Uno de los desafíos más urgentes sobre los que quiero detenerme en este Mensaje es el de la globalización de la indiferencia.
         La indiferencia hacia el prójimo y hacia Dios es una tentación real también para los cristianos. Por eso, necesitamos oír en cada Cuaresma el grito de los profetas que levantan su voz y nos despiertan.
         Dios no es indiferente al mundo, sino que lo ama hasta el punto de dar a su Hijo por la salvación de cada hombre. En la encarnación, en la vida terrena, en la muerte y resurrección del Hijo de Dios, se abre definitivamente la puerta entre Dios y el hombre, entre el cielo y la tierra.
         Y la Iglesia es como la mano que tiene abierta esta puerta mediante la proclamación de la Palabra, la celebración de los sacramentos, el testimonio de la fe que actúa por la caridad (cf. Ga 5,6). Sin embargo, el mundo tiende a cerrarse en sí mismo y a cerrar la puerta a través de la cual Dios entra en el mundo y el mundo en Él. Así, la mano, que es la Iglesia, nunca debe sorprenderse si es rechazada, aplastada o herida.
         El pueblo de Dios, por tanto, tiene necesidad de renovación, para no ser indiferente y para no cerrarse en sí mismo. Querría proponerles tres pasajes para meditar acerca de esta renovación.

1. «Si un miembro sufre, todos sufren con él» (1 Co 12,26) – La Iglesia
         La caridad de Dios que rompe esa cerrazón mortal en sí mismos de la indiferencia, nos la ofrece la Iglesia con sus enseñanzas y, sobre todo, con su testimonio. Sin embargo, sólo se puede testimoniar lo que antes se ha experimentado. El cristiano es aquel que permite que Dios lo revista de su bondad y misericordia, que lo revista de Cristo, para llegar a ser como Él, siervo de Dios y de los hombres.
         Nos lo recuerda la liturgia del Jueves Santo con el rito del lavatorio de los pies. Pedro no quería que Jesús le lavase los pies, pero después entendió que Jesús no quería ser sólo un ejemplo de cómo debemos lavarnos los pies unos a otros. Este servicio sólo lo puede hacer quien antes se ha dejado lavar los pies por Cristo. Sólo éstos tienen "parte" con Él (Jn 13,8) y así pueden servir al hombre.
         La Cuaresma es un tiempo propicio para dejarnos servir por Cristo y así llegar a ser como Él. Esto sucede cuando escuchamos la Palabra de Dios y cuando recibimos los sacramentos, en particular la Eucaristía. En ella nos convertimos en lo que recibimos: el cuerpo de Cristo. En él no hay lugar para la indiferencia, que tan a menudo parece tener tanto poder en nuestros corazones. Quien es de Cristo pertenece a un solo cuerpo y en Él no se es indiferente hacia los demás. «Si un miembro sufre, todos sufren con él; y si un miembro es honrado, todos se alegran con él» (1 Co 12,26).
         La Iglesia es communio sanctorum porque en ella participan los santos, pero a su vez porque es comunión de cosas santas: el amor de Dios que se nos reveló en Cristo y todos sus dones. Entre éstos está también la respuesta de cuantos se dejan tocar por ese amor. En esta comunión de los santos y en esta participación en las cosas santas, nadie posee sólo para sí mismo, sino que lo que tiene es para todos.
         Y puesto que estamos unidos en Dios, podemos hacer algo también por quienes están lejos, por aquellos a quienes nunca podríamos llegar sólo con nuestras fuerzas, porque con ellos y por ellos rezamos a Dios para que todos nos abramos a su obra de salvación.

2. «¿Dónde está tu hermano?» (Gn 4,9) – Las parroquias y las comunidades
         Lo que hemos dicho para la Iglesia universal es necesario traducirlo en la vida de las parroquias y comunidades. En estas realidades eclesiales ¿se tiene la experiencia de que formamos parte de un solo cuerpo? ¿Un cuerpo que recibe y comparte lo que Dios quiere donar? ¿Un cuerpo que conoce a sus miembros más débiles, pobres y pequeños, y se hace cargo de ellos? ¿O nos refugiamos en un amor universal que se compromete con los que están lejos en el mundo, pero olvida al Lázaro sentado delante de su propia puerta cerrada? (cf. Lc 16,19-31).
         Para recibir y hacer fructificar plenamente lo que Dios nos da es preciso superar los confines de la Iglesia visible en dos direcciones.
         En primer lugar, uniéndonos a la Iglesia del cielo en la oración. Cuando la Iglesia terrenal ora, se instaura una comunión de servicio y de bien mutuos que llega ante Dios. Junto con los santos, que encontraron su plenitud en Dios, formamos parte de la comunión en la cual el amor vence la indiferencia.
         La Iglesia del cielo no es triunfante porque ha dado la espalda a los sufrimientos del mundo y goza en solitario. Los santos ya contemplan y gozan, gracias a que, con la muerte y la resurrección de Jesús, vencieron definitivamente la indiferencia, la dureza de corazón y el odio. Hasta que esta victoria del amor no inunde todo el mundo, los santos caminan con nosotros, todavía peregrinos. Santa Teresa de Lisieux, doctora de la Iglesia, escribía convencida de que la alegría en el cielo por la victoria del amor crucificado no es plena mientras haya un solo hombre en la tierra que sufra y gima: «Cuento mucho con no permanecer inactiva en el cielo, mi deseo es seguir trabajando para la Iglesia y para las almas» (Carta 254,14 julio 1897).
         También nosotros participamos de los méritos y de la alegría de los santos, así como ellos participan de nuestra lucha y nuestro deseo de paz y reconciliación. Su alegría por la victoria de Cristo resucitado es para nosotros motivo de fuerza para superar tantas formas de indiferencia y de dureza de corazón.
         Por otra parte, toda comunidad cristiana está llamada a cruzar el umbral que la pone en relación con la sociedad que la rodea, con los pobres y los alejados. La Iglesia por naturaleza es misionera, no debe quedarse replegada en sí misma, sino que es enviada a todos los hombres.
         Esta misión es el testimonio paciente de Aquel que quiere llevar toda la realidad y cada hombre al Padre. La misión es lo que el amor no puede callar. La Iglesia sigue a Jesucristo por el camino que la lleva a cada hombre, hasta los confines de la tierra (cf. Hch 1,8). Así podemos ver en nuestro prójimo al hermano y a la hermana por quienes Cristo murió y resucitó. Lo que hemos recibido, lo hemos recibido también para ellos. E, igualmente, lo que estos hermanos poseen es un don para la Iglesia y para toda la humanidad.
         Queridos hermanos y hermanas, cuánto deseo que los lugares en los que se manifiesta la Iglesia, en particular nuestras parroquias y nuestras comunidades, lleguen a ser islas de misericordia en medio del mar de la indiferencia.

3. «Fortalezcan sus corazones» (St 5,8) – La persona creyente
         También como individuos tenemos la tentación de la indiferencia. Estamos saturados de noticias e imágenes tremendas que nos narran el sufrimiento humano y, al mismo tiempo, sentimos toda nuestra incapacidad para intervenir. ¿Qué podemos hacer para no dejarnos absorber por esta espiral de horror y de impotencia?
         En primer lugar, podemos orar en la comunión de la Iglesia terrenal y celestial. No olvidemos la fuerza de la oración de tantas personas. La iniciativa 24 horas para el Señor, que deseo que se celebre en toda la Iglesia —también a nivel diocesano—, en los días 13 y 14 de marzo, es expresión de esta necesidad de la oración.
         En segundo lugar, podemos ayudar con gestos de caridad, llegando tanto a las personas cercanas como a las lejanas, gracias a los numerosos organismos de caridad de la Iglesia. La Cuaresma es un tiempo propicio para mostrar interés por el otro, con un signo concreto, aunque sea pequeño, de nuestra participación en la misma humanidad.
         Y, en tercer lugar, el sufrimiento del otro constituye un llamado a la conversión, porque la necesidad del hermano me recuerda la fragilidad de mi vida, mi dependencia de Dios y de los hermanos. Si pedimos humildemente la gracia de Dios y aceptamos los límites de nuestras posibilidades, confiaremos en las infinitas posibilidades que nos reserva el amor de Dios. Y podremos resistir a la tentación diabólica que nos hace creer que nosotros solos podemos salvar al mundo y a nosotros mismos.
         Para superar la indiferencia y nuestras pretensiones de omnipotencia, quiero pedir a todos que este tiempo de Cuaresma se viva como un camino de formación del corazón, como dijo Benedicto XVI (Ct. enc. Deus caritas est, 31).
         Tener un corazón misericordioso no significa tener un corazón débil. Quien desea ser misericordioso necesita un corazón fuerte, firme, cerrado al tentador, pero abierto a Dios. Un corazón que se deje impregnar por el Espíritu y guiar por los caminos del amor que nos llevan a los hermanos y hermanas. En definitiva, un corazón pobre, que conoce sus propias pobrezas y lo da todo por el otro.
         Por esto, queridos hermanos y hermanas, deseo orar con ustedes a Cristo en esta Cuaresma: "Fac cor nostrum secundum Cor tuum": "Haz nuestro corazón semejante al tuyo" (Súplica de las Letanías al Sagrado Corazón de Jesús). De ese modo tendremos un corazón fuerte y misericordioso, vigilante y generoso, que no se deje encerrar en sí mismo y no caiga en el vértigo de la globalización de la indiferencia.
         Con este deseo, aseguro mi oración para que todo creyente y toda comunidad eclesial recorra provechosamente el itinerario cuaresmal, y les pido que recen por mí. Que el Señor los bendiga y la Virgen los guarde.

Vaticano, 4 de octubre de 2014
Fiesta de san Francisco de Asís


FRANCISCUS PP.

sábado, 14 de febrero de 2015

ORDENACIÓN PRESBITERAL


El día de hoy, 14 de febrero, fue un día de alegría e historia para la Parroquia de Santa Catarina Ixtahuacán; al ser ordenado Presbítero uno de sus hijos: Jhanleo Michkonlao Con Tzep, quien se incardinó a la Arquidiócesis de los Altos desde los inicios de su formación.

Gran cantidad de fieles nativos de Ixtahuacán y fieles provenientes de Coatepeque, parroquia en la que el P Michkonlao  ha ejercido su ministerio, abarrotaron el templo parroquial y manifestaron su alegría por este regalo de  Dios a su pueblo.

La Ordenación se realizó por imposición de manos del Arzobispo de los Altos, Quetzaltenango – Totonicapán, Mons. Mario Alberto Molina O.A.R. 

Concelebraron la Eucaristía Mons. Gonzalo de Villa, Obispo de nuestra Diócesis, el clero de la Arquidiócesis de los Altos y sacerdotes de la diócesis.

Se felicita y agradece la excelente acogida de los fieles de Santa Catarina Ixtahuacán y a su Párroco, P Felipe Chalí. Dios recompense toda sus atenciones.

Deseamos al P Mich, como se le llama cariñosamente, un fecundo Ministerio Sacerdotal y rogamos al Dueño de la mies, que siga enviando operarios a su mies.









viernes, 13 de febrero de 2015

LA FE QUE ACTÚA POR LA CARIDAD


MENSAJE DE LOS OBISPOS CATÓLICOS DE GUATEMALA A LA IGLESIA

Nos inspiramos en la palabra de San Pablo a los Gálatas (Cfr Gal 5,6) para subrayar la importancia de la fe que se muestra en la caridad.

1. Del 9 al 13 de Febrero, los obispos de la Conferencia Episcopal de Guatemala nos hemos reunido para celebrar nuestra asamblea anual. Hemos acogido con alegría al nuevo hermano en el episcopado, Mons. Carlos Enrique Trinidad Gómez, en cuya ordenación episcopal participamos compartiendo la alegría y esperanza del pueblo marquense. Recibimos también con gozo la noticia de la declaración del martirio de monseñor Oscar Arnulfo Romero, que abre paso a su próxima beatificación. En el año de la vida consagrada nos congratulamos con todos sus miembros en Guatemala.

2. Queremos reafirmar nuestro compromiso en el acompañamiento que estamos llamados a prestar a nuestras Iglesias, al estilo que nos recuerda el Papa Francisco: yendo delante para indicar el camino; en medio, como caminantes que comparten las mismas alegrías, preocupaciones y esperanzas; y detrás, para seguir al pueblo, reconociendo el olfato que tiene para abrir nuevos caminos de vida y esperanza.

Problemas sociales y ética social
3. Desde esta búsqueda queremos compartir nuestras inquietudes sobre las preocupantes situaciones de nuestro país, animando a todos a buscar los mejores caminos para solucionar los problemas que soportamos y que hacen tan difícil nuestra convivencia. A partir de nuestra reflexión compartida queremos animar a todos a poner lo mejor de nosotros mismos para lograr una auténtica conversión moral y queremos comprometernos a poner nuestros esfuerzos y acciones en ese camino. A la vista de los problemas sociales que nos afectan, desalientan y hasta nos deprimen, creemos que el fondo de todos nuestros males está en una política sin moral que ignora la ética social que, en clave cristiana, se entiende desde “la caridad, comprendida como el criterio supremo y universal de toda ética social” (CDS 204). Estamos en un momento en que “la ética suele ser mirada con un desprecio burlón. Se la considera contraproducente por demasiado humana, puesto que relativiza el dinero y el poder. Se la siente como una amenaza, pues condena la manipulación y la degradación de la persona” (EG 57).

4. Frente a este panorama que describe lo que nos pasa en nuestra vida personal de fe y en la vida de nuestras comunidades, nos decimos con el Papa: “¡Qué peligroso y qué dañino es este acostumbramiento, que nos lleva a perder el asombro, la cautivación y el entusiasmo por vivir el Evangelio de la fraternidad y la justicia!” (EG 179). Denunciamos la inmensa cantidad de problemas que nos afligen y aprisionan: la corrupción generalizada, la violencia desenfrenada, la baja calidad de la educación, la crisis en el sistema de salud, la lenta administración de justicia, la política partidista que ve más los intereses particulares que el interés general, la dificultad para generar empleos, el drama de la migración que sustenta a la vez que resquebraja familias y un larguísimo etcétera, de impotencia. Nos va haciendo sucumbir incluso en una especie de fatalismo y de derrota… ¡Qué peligroso sería que de ahí cayéramos en un conformismo perezoso y pasivo!
        
La gracia de la fe, estímulo de la esperanza
5. En un contexto global de secularización en el mundo, es admirable y nos anima mucho como pastores, el hondo sentido religioso de la mayoría de guatemaltecos y guatemaltecas. Agradecemos a Dios la siembra de su presencia y llamado en los corazones de hombres y mujeres, adultos y jóvenes, adolescentes y niños, de estas benditas tierras de Guatemala. Es así especialmente cuando la confesión de ese Dios toma carne y se nos hace presente en la confesión de Jesucristo. Jesús es cercano a la vivencia religiosa de muchísimos guatemaltecos y es fuente de sentido, de esperanza y de consuelo en nuestra existencia concreta como personas y como pueblo.

Desde la alegría y la preocupación, preguntas que nos abren horizontes
6. La sincera convicción que nos alegra y anima, se nos convierte en preocupación e inquietud. Nos preguntamos: ¿Cómo es posible que esta fe en Jesús no nos lleve a compromisos prácticos para conseguir una vida digna y plena para todos y cada uno de los guatemaltecos? ¿Por qué nuestra fe cristiana tiene tan poca incidencia en el cambio social, en el que prácticamente es irrelevante? Tenemos que suscitar y acompañar procesos de crecimiento en la fe capaces de hacer crecer esta sensibilidad social. En muchas ocasiones nos hemos acostumbrado a entender nuestra pastoral como “una sacramentalización sin otras formas de evangelización” (EG 63). Necesitamos más creatividad a la hora de dar cauces concretos a la dimensión social de la evangelización, sin la que “se desfigura el sentido auténtico e integral que tiene la misión evangelizadora” (EG 176). Hemos recordado en estos últimos años la misión de evangelizar, pero necesitamos subrayar que el contenido del primer anuncio tiene una inmediata repercusión moral cuyo centro es la caridad. (EG 177)

7. Una fe de devociones externas puede consolarnos y no molesta, pero no cambia nuestra realidad. Necesitamos fortalecer una fe que nos meta en el mundo como levadura en la masa. Y “al mundo –nos recordaba el beato Pablo VI, al final del Concilio – hay que salvarlo desde dentro”.

Despertar de una fe en estado de letargo
8. Por eso, en este momento de la Iglesia, tenemos que agradecer al Papa Francisco que abra nuevos caminos a la Iglesia para despertar a muchos de una fe en estado de letargo. Que se apresure nuestra salvación es un profundo deseo que todos compartimos. Que “de el Señor nos viene la salvación” es un reconocimiento de fe que hacemos muchas veces en el rezo de los salmos. Pero de ahí, si somos auténticos creyentes, no podemos decir como algunos afirman que “solo Dios puede salvar a Guatemala”. Con San Agustín tenemos que decir: “Dios que te creó sin ti no te salvará sin ti”. Dios ha puesto el mundo y la historia en nuestras manos y no quiere prescindir de nosotros en la construcción de nuestro país conforme al proyecto del Reino anunciado y comenzado por Jesús. Por esta razón hemos querido, al término de nuestra asamblea anual de 2015, lanzar un mensaje de estímulo y esperanza. No es que desde el último comunicado los problemas sociales de Guatemala hayan desaparecido; desgraciadamente han aumentado y se han agravado. Para nosotros la dimensión social, lejos de ser una perversión de la fe, es una dimensión integrante de la misma. Recogiendo el pensamiento de San Juan Pablo II, el Papa Francisco nos comparte una seria advertencia: “Ya no se puede decir que la religión deba recluirse en el ámbito privado y que esté sólo para preparar las almas para el cielo. Sabemos que Dios quiere la felicidad de sus hijos también en esta tierra, aunque estén llamados a la plenitud eterna, porque Él creó todas las cosas ‘para que las disfrutemos (1 Tm 6,17), para que todos puedan disfrutarlas. De ahí que la conversión cristiana exija revisar “especialmente todo lo que pertenece al orden social y a la obtención del bien común”» (Ecclesia in América 27) (EG 182).

La dimensión social de la fe
9. Estamos convencidos de que la fe en Dios y en Jesucristo que inunda nuestras tierras, llegando hasta los rincones más remotos, puede llegar a infundir en el corazón de cada creyente y en el de todas nuestras comunidades una apuesta sincera por los más empobrecidos y excluidos en nuestra sociedad guatemalteca.

El gran desafío de saber responder a la sed de Dios
10. Gracias a Dios y a tantos evangelizadores y testigos de la fe que nos han precedido, especialmente a los mártires que con su sangre regaron nuestra geografía patria, nuestro problema religioso, hoy, no es el ateísmo; lo que a nosotros se nos plantea es “el desafío de responder adecuadamente a la sed de Dios de mucha gente, para que no busquen apagarla en propuestas alienantes o en un Jesucristo sin carne y sin compromiso con el otro…, terminando engañados por propuestas que no humanizan ni dan gloria a Dios (EG 89). Mirando el panorama religioso de nuestro país, bien podemos decir que la religión ha sido en Guatemala motivo de división. Y en esa situación, es preciso descubrir que “la causa del ser humano, mirado desde Dios” es la que nos podrá volver a abrir caminos de reconciliación y de paz. El hambre, la violencia, el desempleo, la corrupción… no tienen denominación religiosa. Están ahí, desafiándonos a todos por igual y de una manera especial a quienes creemos que “El Hijo de Dios, en su encarnación, nos invitó a la revolución de la ternura” (EG, 88).

11. Como Pastores y hermanos de todos, hemos querido compartir estos horizontes de Evangelio para los creyentes y las comunidades. Como decíamos al principio, lo hemos hecho desde la confianza que nos da la apertura de todos a la acción del Espíritu Santo. Con el salmo 4, a Él le pedimos que nuestra fe sea motivo de unidad, que encontremos en ella la fuerza que necesitamos para “recrear la adhesión mística de la fe, en un escenario religioso plural” (EG 70), para “transmitir y descubrir la mística de estar juntos, de mezclarnos, encontrarnos, tomarnos de los brazos, apoyarnos, de participar en una marea de fraternidad” (EG 87).

12. El año que comienza nos trae la celebración de elecciones. Frente a engaños, propaganda falsa, populismos que prometen imposibles, queremos recordar que es el bien común de todos los guatemaltecos el que debe guiar nuestro examen de las opciones que se presenten así como determinar al final nuestro voto.

Un nuevo paso en la fidelidad a Jesús y a los pobres
13. Preparando y redactando este mensaje, nos hemos sentido muy cercanos a todos y a cada uno de ustedes, a todas nuestras comunidades, a los sacerdotes, miembros de la vida consagrada, a los agentes pastorales, a las parroquias y a los movimientos eclesiales, a cada uno y a cada una de los creyentes. Les hemos querido compartir nuestra convicción de que estamos en un momento propicio para dar un nuevo paso en nuestra fidelidad a Jesús y a los pobres, para ser comunidades cristianas que “saben involucrarse…, que se meten, con obras y palabras, en la vida cotidiana de los demás, achican distancias…, y asumen la vida humana tocando la carne sufriente de Cristo en el pueblo” (EG, 24). Con el “gusto espiritual de ser pueblo” con ustedes, y de la mano de nuestra Madre la Virgen del Rosario, que “da calidez de hogar a nuestra búsqueda de la justicia”, oren por nosotros y reciban nuestra bendición.

Guatemala, 13 de febrero de 2015.

+ Rodolfo Valenzuela Núñez
Obispo de la Diócesis de La Verapaz
Presidente de la Conferencia Episcopal de Guatemala

+ Domingo Buezo Leiva
Obispo Vicario Apostólico de Izabal
Secretario General de la Conferencia Episcopal de Guatemala

miércoles, 11 de febrero de 2015

SENSIBLE FALLECIMIENTO DE HNA CARMEN


La Diócesis de Sololá-Chimaltenango lamenta profundamente el sensible fallecimiento de Hna. Carmen, tía de nuestro Obispo Mons. Gonzalo de Villa.

Nos unimos a Monseñor Gonzalo en oración, manifestándole nuestras condolencias y encomendando el alma de Hna. Cramen “gran mujer y gran religiosa”


¡Descanse en paz!

sábado, 7 de febrero de 2015

Monseñor Romero


Esta semana, el Papa Francisco aprobó oficialmente la declaración del martirio de monseñor Óscar Arnulfo Romero, arzobispo de San Salvador, asesinado mientras celebraba misa en San Salvador. A la hora del ofertorio, cuando elevaba el cáliz y la paterna, para presentar las ofrendas a Dios, una bala asesina segó la vida de monseñor Romero. Su última misa, inconclusa, fue el marco final de su martirio.

Tuve la oportunidad de conocerle y de tratarle un poco. Fue un hombre bueno, un sacerdote ejemplar y un hombre al que la historia parecía que trataría como a un personaje menor, un buen hombre más y un buen sacerdote más, como tantos otros que hay y ha habido.

Su nombramiento como arzobispo de San Salvador, en febrero de 1977, ocurrió para suceder a monseñor Chávez, eximio arzobispo durante 38 años de San Salvador. Humanamente no parecía que su talento, sus virtudes y cualidades humanas y cristianas fueran tantas como para llenar el vacío que dejaba el gran arzobispo que fue monseñor Chávez.

Llegaba, además, como arzobispo en un tiempo crucial en que la polarización y conflictividad del país presagiaban una guerra civil. Fue arzobispo por apenas tres años y en ese tiempo su figura se agigantó como un gran hombre de Iglesia, como un gran arzobispo, como un gran patriota y como un hombre que hizo de la búsqueda de la justicia y de la paz el sentido más de fondo de su ministerio episcopal.

Le tocó asistir al entierro de un significativo número de sus sacerdotes y fue un hombre que, con la gracia de Dios, superó su natural tímido para volverse un gigante que dio voz a los que no tenían voz.

Sus homilías dominicales se constituyeron en el programa radial más escuchado en el país. Su diario espiritual, publicado recientemente, nos muestra la vida interior, la cercanía a Dios y el sentido profundo de misión que tuvo en vida y que se agigantó en los tres años de su vida pública.

Siempre me impresionó la foto de Juan Pablo II, hoy santo, orando ante la tumba de monseñor Romero. Han tenido que pasar 35 años para que este momento llegara y hay razones históricas para la demora. Hoy celebramos este paso que conduce a la beatificación de monseñor Romero.

Ello lo coloca en el ámbito de la santidad, junto a tantos otros confesores y mártires de la historia de la Iglesia.

Matar por odio a la fe no es rasgo presente solamente en determinadas ideologías. El mismo día en que se declaró su martirio fue declarado el de tres franciscanos polacos, asesinados por Sendero Luminoso, en Perú.

Hay otra dimensión en la valoración histórica de monseñor Romero en la que, entre los santos del siglo XX, solo Juan Pablo II puede parangonársele. Me refiero a que si Juan Pablo II es sin duda un prócer de la nación polaca, en el caso de monseñor Romero encontramos en él al más grande prócer de la historia de El Salvador. Por ello su figura desborda a la Iglesia y en la historia ocupa un lugar señero, más allá de los almanaques.
 

GONZALO DE VILLA

En Opinión/ Prensa Libre - Guatemala

martes, 3 de febrero de 2015

Grata noticia para Centro América



Reconocido el martirio del arzobispo Oscar Romero, de los frailes Michal Tomaszek, Zbigniew Strazalkowski y del sacerdote Alessandro Dordi

Ciudad del Vaticano, 3 de febrero 2015 (VIS).- El Santo Padre ha recibido esta mañana en audiencia al cardenal Angelo Amato S.D.B, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos y ha autorizado a ese dicasterio a promulgar los decretos relativos a:
-MARTIRIO
-Siervo de Dios Oscar Arnulfo Romero y Galdámez, (El Salvador, 1917-1980) arzobispo de San Salvador (El Salvador) asesinado por odio a la fe el 24 de marzo de 1980.
-Siervos de Dios Michal Tomaszek (Polonia, 1960) y Zbigniew Strazalkowski,(Polonia, 1958) sacerdotes profesos de la Orden de los Hermanos Menores Conventuales, así como de Alessandro Dordi (Italia 1931) sacerdote diocesano, asesinados por odio a la fe el 9 y el 25 de agosto de 1991 en Pariacoto y Rinconada (Perú).
-VIRTUDES HEROICAS
-Siervo de Dios Giovanni Bacile (Italia 1880-1941), arcipreste decano de Bisacquino (Italia)

Tomado de: